sábado, 16 de julio de 2011

INDIGNADOS DESENGAÑADOS

Desengañémonos. ¡Desengañémonos todos!
Dejemos de hacernos ilusiones y pasemos la pagina del presunto y benéfico afán de la autodeterminación civil y ciudadana, producto del libre albedrío inherente al ser humano, o de la libertad de pensamiento y palabra, propios de una sociedad civilizada no autoritaria en donde los términos de justicia social no sean algo utópico e irrealizable.
Olvidémonos ya, de una vez por todas, de que lo que pensamos y queremos hacer, no es otra cosa que una forma elaborada, moderna, pacifica y originalmente innovadora de beligerancia contra el Estado. Reconozcamos cuanto antes, que el cambio que propugnamos, ese cambio que pedimos los que nos autodenominamos INDIGNADOS, es inseparable de una insurrección que proyecta la extinción del Estado. Y asumamos sin miedo que este, a poco que lo sospeche, reaccionará como un Leviatán violando la vida y la existencia de quienes se le opongan, por muy pacificas que sean sus actuaciones y por muy legitimas que sean sus aspiraciones. Debemos aceptarlo pues, y debemos estar preparados para lo que se nos avecina.
La reforma política y la democracia renovada que permitirá el Estado, la única que consentirá, seguirá estando apoyada en la legalidad de ciertos partidos, algunos sindicatos, unos pocos grupos de pensamiento y unos pocos (menos aun) grupos de personas que influyen en la economía y controlan los mercados. Estos siempre se reconocerán porque desprestigiarán incansablemente a todo movimiento que pida la democracia real, y actuarán contra él mediante el aislamiento político y, cuando esto no funcione, con la represión directa.
Una de las señales del triunfo y validez del movimiento INDIGNADO es que cada día más políticos profesionales, con titulo y carnet de manipulador de masas, se apuntan a incorporar algunas ideas (unas pocas solo) que presentan los INDIGNADOS como condición para superar las dificultades que esta sociedad, ESTE Sistema, están creando a millones de ciudadanos. Ese es el indicativo de que lo que se pide es razonable y es la garantía de que el camino por el que marchamos es el mejor. Pero a la vez, con ese proceder, los acólitos de Leviatán, están intentando conseguir subvertir y abortar todo el fondo revolucionario que, tras el pensamiento de todos los INDIGNADOS, se esconde el proyecto de extinción del Estado tal y como lo conocemos, tal y como és.
Si ahora numerosos políticos dicen que no le falta razón al movimiento INDIGNADO para pedir cambios, si ahora están dispuestos a incorporarlos y hacerlos cumplir en el futuro (siempre en el futuro), no es porque ese sea su deseo, sino porque con ello consiguen aplacar el ímpetu del movimiento y darse tiempo para ejercer ciertas técnicas con las que, tradicionalmente, los protectores de Leviatán han conjurado todos los peligros de todas las revoluciones, todos los cambios y todas las acciones cuyo fin consiste en la extinción de ESTE Sistema. Una de ellas es, precisamente, prometer para un futuro más o menos lejano lo que ya se puede implantar hoy, pero que no se hace por la excusa de que la estabilidad de ESTE Sistema esta por encima, y en primer lugar que cualesquiera de los cambios que se propongan, aun reconociendo implícitamente la justicia de todos ellos. El deber de todo INDIGNADO consiste en no creerse tales excusas.
Durante el siglo pasado se desarrolló un esquema social de orden fabril, por cuanto la pirámide social de clases, se construyó de forma semejante a como se estructuraba una fabrica. Durante el siglo XX la sociedad-fabrica fue el modelo que se impuso porque el esquema de relaciones sociales consistía en producir para después consumir. Sin embargo el capitalismo, cuya definición más exacta es la de: sistema económico de repetición, perpetuación y propagación de crisis para la obtención de estabilidad social, y para el incremento de ganancias con el desequilibrio subsiguiente, hoy se encuentra al borde de la extinción por causa de ese éxito suicida. El estado de derrumbe inminente ha servido para que ESTE Sistema, y sus seguidores, puedan convencer al grueso de la población de que es mucho mejor resolver la crisis, antes de que pensemos siquiera en derogar o prohibir ESTE Sistema por medios legales o legítimos. Esa es la falacia principal. Ese es el recurso de ESTE Sistema contra el cambio revolucionario que significan las propuestas de los INDIGNADOS.
Hoy, a pesar de que las dificultades económicas se remontan nada menos que al año 2008, algo que si se diera en medicina a ningún medico se le ocurriría llamar episodio de crisis, sino enfermedad crónica, nos encontramos con una sociedad cuyo modelo no es el de una  fabrica cuyos ciudadanos sean los obreros, sino el de un mercado en donde todos somos productos. Todo cuanto se promociona y se presenta como modernamente sostenible, deseable y justo, no es sino una forma de explotación de los ciudadanos por empresas, compañías e instituciones financieras cuyo objetivo es tratarles como objetos susceptibles de crear plusvalía y ganancia (o beneficios). Somos tratados por ESTE Sistema como recursos a los que explotar al mismo nivel que el petróleo, el carbón, el agua o el fuego lo fue en los dos siglos anteriores. Solo así se explican tanto el mantenimiento y la implantación de la obsolescencia planeada, como el abusivo e innecesario sobreprecio en las tecnologías; el empeño de industrializar el conocimiento y la cultura; el sobreprecio de los sistemas de comunicación; el sistema bancario que cobra comisiones y porcentajes por mantener en su poder y custodia el dinero de sus clientes, cuando debería ser al revés; el sistema financiero que crea dinero ficticio y artificial no referenciado a la realidad de algo tangible como el oro, sino con arreglo a la consideración parcial, personal y arbitraria de unos pocos presuntos expertos, cuyos intereses no son, ni jamás han sido, los intereses de la especie humana, o al menos, de la mayoría de ella; al igual que el axioma perverso, tan pragmáticamente extendido hasta en los círculos de las presuntas “izquierdas” ecologistas, de que “quien contamina paga” que asegura que quien tenga el suficiente dinero pueda seguir perjudicando durante generaciones, con tal de que siga pagando.
Como la naturaleza de los cambios que se reclaman para la superación, erradicación y destrucción de la crisis sempiterna, exige que se pongan en marcha de inmediato… y puesto que los poderes de ESTE Sistema y el gobierno del Estado, así como los políticos que aceptan indirectamente  -pero sin vincularse con claridad- observar y valorar solo algunos de ellos para, en un futuro indefinido establecerlos… la estrategia del movimiento INDIGNADO exige ampliar y utilizar la crisis, a medida que esta se va profundizando y eternizando, para dar carta de naturaleza real al movimiento, para darle el valor que merece y para hacer frente a la tarea de luchar por la extinción del Estado de ESTE Sistema y sustituirlo lo antes posible, por otro en donde sea reconocido de forma inequívoca el derecho a una vida en donde el sustento, el cobijo y la salud no sean elementos con los que se puedan chantajear al ciudadano libre para que acepte condiciones de vida, de trabajo, de dominación política y sometimiento autoritario injustas, delictivas, crueles o inhumanas.
El movimiento INDIGNADO no se articula por lo que dicen sus integrantes… sino por lo que piensan. Y eso significa que si Leviatán y quienes le sirven pretenden acabar con este movimiento, deben saber que  no bastará con acallarlos, sino que deben comprender que tienen que estar dispuestos a matar sus pensamientos.
Desengañémonos todos, ¡ya no hay otra manera!