Y yo me pregunto, ¿hace falta reformar el mercado laboral? ¿Es que no seria suficiente con que se hubiera aplicado con estricto respeto la legislación existente?
Porque si algo ha sido flagrante en los últimos diez o quince años, a sido la conculcación y la pasantía por el arco del triunfo de todas y cada una de las normas relacionadas con las medidas de reforma, fomento y creación de empleo.
¿Acaso este Gobierno, como los otros anteriores, ignora que los contratos temporales fueron fraudes generalmente reiterados?
¿Acaso no han sido utilizados una y otra vez (la figura del contrato temporal) para cubrir un puesto de trabajo que no tenía nada de temporal? Primero tres meses, luego recontrataban o prorrogaban el contrato hasta seis meses, y así, hasta que hacia imposible repetir (por ser dificilísimo) y saltarse la obligación de contratar indefinidamente al trabajador cuando se le contrata temporalmente con fraudulenta frecuencia. Y el INEM ni se enteraba, o si lo hacia, ni le importaba.
¿Y la inspección de trabajo? Es que son tan pocos… ¿como iban a controlar un fraude tan extenso? Magistratura de Trabajo, ¡jamás! Ellos no actúan de oficio, si no, los abogados laboralistas dejarían de ser tan necesarios… y en todo caso, como dijo un sindicalista de cuyo nombre no me da la gana acordarme: “Si son los empresarios los que crean empleo… ¿como vamos a denunciarlos?”
Durante décadas, las medidas de reforma del contrato de trabajo no han servido para el cometido para el que fueran creadas. De echo, para lo único que ha servido ha sido para que los empresarios, mediante “gestorías” intermedias, aprovechasen todo lo posible las carecías normativas y aplicasen lo que les diera la gana para que las reclamaciones quedasen de mano del trabajador implicado, que aunque fuera ganador de la demanda con derecho a indemnización, siempre terminaría despedido. Con unas cuantas veces que le ocurra, ese trabajador tendría la suficiente “famita” de conflictivo, como para que se arrepintiese de por vida de ser tan “quisquilloso” y legalista.
Y que decir del abuso de ser contratado como oficial pero con el salario base de un peón… o peor, ¡con el salario mínimo interprofesional! El trabajador no se da mucha cuenta porque en su nomina efectivamente recibe los novecientos, o mil, que le han prometido, solo que en forma de complementos, suplidos y demás eufemismos que pervierten y engañan tanto al fisco, como al trabajador. Así, cuando tenia que ser despedido y tenia derecho a prestación por desempleo, esta se estipula en función del salario base. No de lo que cobraba. Y caso de resultar herido o enfermo… el salario de baja, también se estipula según ese epígrafe. Es más, cuando se llega a la edad de jubilación, la cuantía de esta se estipula también con relación a esa casilla de la nomina que muchísimas empresas han subvertido o pervertido. ¿Cuántos euros serian los que se habrían ingresado en concepto de Seguridad Social si por todos los trabajadores se hubiera cotizado lo que tocaba?
¿Y de las horas extras? Como todo el mundo debería recordar, las horas extras están prohibidas por sistema, y solo se permiten cuando, motivadamente, se piden por escrito al Ministerio de Trabajo. O cuando resultan por causa de fuerza mayor, o desastre. Pero en España casi todos los trabajadores hemos tenido que soportar la realización de horas extraordinarias “simuladas” mediante el ardid anterior de anotarlas como suplidos, o complementos. Lo que lleva a que tengamos que sufrir retenciones fiscales diferentes (y mucho menos favorables para los trabajadores) que las que correspondían caso de haberse declarado como horas extras. ¿Pero eso que importa? ¿Si solo se trata de trabajadores desgraciados, ignorantes que no saben ni lo que les interesa? ¿Qué más da, si protestan y denuncian? Con no volvérseles a contratar temporalmente… ¡pues eso!
Ahora nos anuncian un nuevo contrato de fomento de empleo (de carácter indefinido, eso si) que según nos dicen tiene un despido más barato. El hecho de que solo sea para aquellos que tengan entre treinta y cinco y cuarenta y cinco años, carece de relevancia y apenas se repara en ello. Será porque a los que estemos fuera del tramo de edad mencionado, estaremos a la espera de ser objeto de algún otro plan genial de la muerte del Gobierno, o será porque a lo demás es mejor que nos den bien por el esfínter, ya que con más de cuarenta y cinco ya estas en la lista de los prescindibles.
Pero aunque los que tengamos más de cuarenta y cinco disfrutemos muchísimo cuando nos dilatan forzadamente el esfínter del culo… eso no quita que nos merezcamos lo que tenemos… después de todo, quien si no, un puñetero y despreciable desgraciado que no merece vivir, puede estar sin empleo más de dos años cuando tiene cumplidos los cincuenta. O vive de su familia, o es un delincuente, una de dos. En ambos casos lo dicho, no merece vivir.
Eufemísticas ironías aparte, ¿quién o qué nos asegura que los empresarios no sigan haciendo lo mismo de falsear los salarios, las cotizaciones, las horas extras… (mediante “gestorías” y otras figuras a las que derivar las culpas caso de demostrarse mala fe)?
Pero claro, esto no se quedará aquí, pues al previsible y más que probable incremento de la edad del derecho a prestación por jubilación, se unirá la mencionada y fraudulenta cuantía a la que tendremos derecho cuando estemos en edad de no poder echarnos a la calle para pedir que se ahorque legalmente a los tiranos.
Cuando nos queramos dar cuenta, será muy tarde para protestar porque ahora, es demasiado pronto… ¿verdad?
Los jóvenes están siendo adoctrinados en futbologia y estupidez supina, de manera que, doctorados en esas disciplinas, cuando se quieran dar cuenta no representaran otra cosa que trabajo para forenses, policías, jueces y carceleros. Nada de lo que inquietarse, pues para esos trabajadores los contratos, las normas y las tablas salariales jamás serán defraudadas.
¡Son tan necesarios! Y mucho más en el futuro.