1.- Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo que siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.
2.- Vive en el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento. Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé uno con él.
3.- Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior. En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.
4.- Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez de tu valor; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.
5.- Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo. Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por viejos sufrimientos. Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.
6.- Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquí dentro. Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior. Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.
7.- Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de auto-aceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.
8.- No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida o por emociones tóxicas. Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.
9.- Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor. El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento. Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.
10.- Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más profunda. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía; como una parte de esta inteligencia reside en ti, participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo total de la inteligencia.
Buen karma y saludos.
Deepak Chopra
Cuando un ser humano llega al mundo, cuando posee un cerebro humano normal, medio o tipo, no hace otra cosa que pensar. Jamás dejaremos de pensar mientras estemos vivos. Y como pensar ya forma parte de la propia acción. Pensar es algo que el pensante nunca deja de hacer, excepto cuando está muerto. O en coma. Y respecto a este ultimo estado, no existe unanimidad.
jueves, 15 de abril de 2010
Un decálogo como otro cualquiera...
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La UE debatirá sobre la neutralidad de la red, pero ¿es que hay algo que debatir?
De un tiempo a esta parte en Europa las cosas se están poniendo cada vez más negras respecto a Internet. Las tensiones entre las telecos, los usuarios y algunas empresa nativas de Internet no paran de crecer, y para rematar la jugada también tenemos que varios países de la Unión Europea están aprobando “legislaciones antipiratería” que escapan a toda lógica (por ejemplo Francia o España).
Pues bien, ahora la comisaria europea de Telecomunicaciones, Neelie Kroes, ha anunciado su intención de celebrar un debate, antes de verano, centrado en el tema de la neutralidad de la red para dilucidar si es necesario legislar sobre diversos temas relacionados con ella (por ejemplo, y principalmente diga lo que diga ella, se plantearán cosas como la posibilidad de que las telecos le puedan cobrar una tasa a los buscadores, o la viabilidad de que dichas empresas ofrezcan “niveles diferenciados de servicio”).
Tras leer esto servidor empieza a temblar ya que se me escapa qué narices hay que debatir exactamente. Que a día de hoy las máximas autoridades europeas en telecomunicaciones vean necesario abrir un debate sobre cosas como si es viable o no permitir que las telecos cobren una tasa especial a los buscadores, es un problema serio. Cualquiera con dos dedos de frente y un poco de experiencia en la red sabe que las barrabasadas propuestas por las telecos y los del copyright carecen de sentido y solamente sirven para lastrar el avance de Internet (y ellos forrarse aún más).
Muchos tenemos claro que viendo lo que algunos plantean para el futuro de Internet, efectivamente es necesario aprobar nueva legislación, y llegamos a esa conclusión sin debate ni nada fíjate tú: una que proteja al usuario y a la red como la conocemos hoy en día, y que impulse por todos los medios el crecimiento de este gran ecosistema.
Nuestros políticos ya deberían tener clara su postura sobre todos esos temas sin necesidad de este debate por el medio, el cual nace muerto y solamente servirá para que las telecos e industria del copyright sigan presionando, y para continuar perdiendo tiempo que se debería ocupar en pensar y aprobar fórmulas que mejoren las conexiones, impulsen nuevos modelos de negocio, protejan al usuarios y un largo etcétera de cosas que a día de hoy fallan y frenan la expansión, en todos los sentidos, de Internet en Europa.
de http://alt1040.com/feed de Elías Notario.
Pues bien, ahora la comisaria europea de Telecomunicaciones, Neelie Kroes, ha anunciado su intención de celebrar un debate, antes de verano, centrado en el tema de la neutralidad de la red para dilucidar si es necesario legislar sobre diversos temas relacionados con ella (por ejemplo, y principalmente diga lo que diga ella, se plantearán cosas como la posibilidad de que las telecos le puedan cobrar una tasa a los buscadores, o la viabilidad de que dichas empresas ofrezcan “niveles diferenciados de servicio”).
Tras leer esto servidor empieza a temblar ya que se me escapa qué narices hay que debatir exactamente. Que a día de hoy las máximas autoridades europeas en telecomunicaciones vean necesario abrir un debate sobre cosas como si es viable o no permitir que las telecos cobren una tasa especial a los buscadores, es un problema serio. Cualquiera con dos dedos de frente y un poco de experiencia en la red sabe que las barrabasadas propuestas por las telecos y los del copyright carecen de sentido y solamente sirven para lastrar el avance de Internet (y ellos forrarse aún más).
Muchos tenemos claro que viendo lo que algunos plantean para el futuro de Internet, efectivamente es necesario aprobar nueva legislación, y llegamos a esa conclusión sin debate ni nada fíjate tú: una que proteja al usuario y a la red como la conocemos hoy en día, y que impulse por todos los medios el crecimiento de este gran ecosistema.
Nuestros políticos ya deberían tener clara su postura sobre todos esos temas sin necesidad de este debate por el medio, el cual nace muerto y solamente servirá para que las telecos e industria del copyright sigan presionando, y para continuar perdiendo tiempo que se debería ocupar en pensar y aprobar fórmulas que mejoren las conexiones, impulsen nuevos modelos de negocio, protejan al usuarios y un largo etcétera de cosas que a día de hoy fallan y frenan la expansión, en todos los sentidos, de Internet en Europa.
de http://alt1040.com/feed de Elías Notario.
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martes, 13 de abril de 2010
Se admiten discrepancias, criticas, añadidos... complementos y apoyos... ¿alguien dá más?
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DEL CIBERESPACIO
Por John Perry Barlow
Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.
No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla. Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente.
Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas.
No os habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones.
Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente.
El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.
Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento.
Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o el conformismo.
Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia.
Nuestras identidades no tienen cuerpo, así que, a diferencia de vosotros, no podemos obtener orden por coacción física. Creemos que nuestra autoridad emanará de la moral, de un progresista interés propio, y del bien común. Nuestras identidades pueden distribuirse a través de muchas jurisdicciones. La única ley que todas nuestras culturas reconocerían es la Regla Dorada. Esperamos poder construir nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que estáis tratando de imponer.
En Estados Unidos hoy habéis creado una ley, el Acta de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos sueños deben renacer ahora en nosotros.
Os atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquél sobre el que las alas baten.
En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios que transmiten bits.
Vuestras cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas.
Estas medidas cada vez más hostiles y colonialistas nos colocan en la misma situación en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que luchar contra la autoridad de un poder lejano e ignorante. Debemos declarar nuestros "yos" virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque continuemos consintiendo vuestro poder sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos.
Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.
Davos, Suiza. 8 de febrero de 1996.
Por John Perry Barlow
Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna soberanía sobre el lugar donde nos reunimos.
No hemos elegido ningún gobierno, ni pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquélla con la que la libertad siempre habla. Declaro el espacio social global que estamos construyendo independiente por naturaleza de las tiranías que estáis buscando imponernos. No tenéis ningún derecho moral a gobernarnos ni poseéis métodos para hacernos cumplir vuestra ley que debamos temer verdaderamente.
Los gobiernos derivan sus justos poderes del consentimiento de los que son gobernados. No habéis pedido ni recibido el nuestro. No os hemos invitado. No nos conocéis, ni conocéis nuestro mundo. El Ciberespacio no se halla dentro de vuestras fronteras. No penséis que podéis construirlo, como si fuera un proyecto público de construcción. No podéis. Es un acto natural que crece de nuestras acciones colectivas.
No os habéis unido a nuestra gran conversación colectiva, ni creasteis la riqueza de nuestros mercados. No conocéis nuestra cultura, nuestra ética, o los códigos no escritos que ya proporcionan a nuestra sociedad más orden que el que podría obtenerse por cualquiera de vuestras imposiciones.
Proclamáis que hay problemas entre nosotros que necesitáis resolver. Usáis esto como una excusa para invadir nuestros límites. Muchos de estos problemas no existen. Donde haya verdaderos conflictos, donde haya errores, los identificaremos y resolveremos por nuestros propios medios. Estamos creando nuestro propio Contrato Social. Esta autoridad se creará según las condiciones de nuestro mundo, no del vuestro. Nuestro mundo es diferente.
El Ciberespacio está formado por transacciones, relaciones, y pensamiento en sí mismo, que se extiende como una quieta ola en la telaraña de nuestras comunicaciones. Nuestro mundo está a la vez en todas partes y en ninguna parte, pero no está donde viven los cuerpos.
Estamos creando un mundo en el que todos pueden entrar, sin privilegios o prejuicios debidos a la raza, el poder económico, la fuerza militar, o el lugar de nacimiento.
Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionado al silencio o el conformismo.
Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia.
Nuestras identidades no tienen cuerpo, así que, a diferencia de vosotros, no podemos obtener orden por coacción física. Creemos que nuestra autoridad emanará de la moral, de un progresista interés propio, y del bien común. Nuestras identidades pueden distribuirse a través de muchas jurisdicciones. La única ley que todas nuestras culturas reconocerían es la Regla Dorada. Esperamos poder construir nuestras soluciones particulares sobre esa base. Pero no podemos aceptar las soluciones que estáis tratando de imponer.
En Estados Unidos hoy habéis creado una ley, el Acta de Reforma de las Telecomunicaciones, que repudia vuestra propia Constitución e insulta los sueños de Jefferson, Washington, Mill, Madison, DeToqueville y Brandeis. Estos sueños deben renacer ahora en nosotros.
Os atemorizan vuestros propios hijos, ya que ellos son nativos en un mundo donde vosotros siempre seréis inmigrantes. Como les teméis, encomendáis a vuestra burocracia las responsabilidades paternas a las que cobardemente no podéis enfrentaros. En nuestro mundo, todos los sentimientos y expresiones de humanidad, de las más viles a las más angelicales, son parte de un todo único, la conversación global de bits. No podemos separar el aire que asfixia de aquél sobre el que las alas baten.
En China, Alemania, Francia, Rusia, Singapur, Italia y los Estados Unidos estáis intentando rechazar el virus de la libertad erigiendo puestos de guardia en las fronteras del Ciberespacio. Puede que impidan el contagio durante un pequeño tiempo, pero no funcionarán en un mundo que pronto será cubierto por los medios que transmiten bits.
Vuestras cada vez más obsoletas industrias de la información se perpetuarían a sí mismas proponiendo leyes, en América y en cualquier parte, que reclamen su posesión de la palabra por todo el mundo. Estas leyes declararían que las ideas son otro producto industrial, menos noble que el hierro oxidado. En nuestro mundo, sea lo que sea lo que la mente humana pueda crear puede ser reproducido y distribuido infinitamente sin ningún coste. El trasvase global de pensamiento ya no necesita ser realizado por vuestras fábricas.
Estas medidas cada vez más hostiles y colonialistas nos colocan en la misma situación en la que estuvieron aquellos amantes de la libertad y la autodeterminación que tuvieron que luchar contra la autoridad de un poder lejano e ignorante. Debemos declarar nuestros "yos" virtuales inmunes a vuestra soberanía, aunque continuemos consintiendo vuestro poder sobre nuestros cuerpos. Nos extenderemos a través del planeta para que nadie pueda encarcelar nuestros pensamientos.
Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.
Davos, Suiza. 8 de febrero de 1996.
domingo, 11 de abril de 2010
¿Somos lo que pensamos?
A menudo esta pregunta me asalta con la certeza de que es retórica e inútil. Creo que no necesita contestación y sin embargo…
Miro alrededor rememorando el pasado que viví, así como cuando estudio e investigo el que no viví, encontrando que, es mucho más sencillo explicarlo todo cuando acepto que los pensamientos moldean el ser.
Se dice que un monje postuló hace unos siglos que cuando descomponemos en sus elementos más simples un problema, o un dilema, lo que queda al final es casi siempre lo acertado. Se llamaba Ockam… y siempre lo recordare por su “navaja”. Nadie debería olvidarlo ni a él, ni a muchos otros antes que él, cuyos esfuerzos y conocimientos forman la base de lo que somos… ¿o debería decir de lo que pensamos?
Sabemos que el cerebro humano es una de las maravillas más sorprendentes del Universo. Pero apenas si nos quedamos en eso, en un conocimiento curioso, poco útil, acaso inútil… nada más que una anécdota sin importancia, apta para decir en una de esas conversaciones, también inútiles, en las que el tema meteorológico se ha agotado, mucho antes de que los cubitos de hielo de la copa que compartimos con cualquier otro semejante, otro, cuyo cerebro, también, es tan maravilloso como el nuestro.
Sabemos y no hacemos nada. Ese puede ser el mayor pecado del último siglo. La peor pesadilla de todos los tiempos. Vivimos en uno de todos los mejores mundos posibles y estamos la mayoría de las veces en peores circunstancias que el esclavo medio de la época griega clásica. Tenemos a nuestro alcance el mayor caudal de conocimiento ”per capita” de todos los tiempos, y solo sirve para que nos sintamos desgraciados por no poder tomar cañas en chiringuitos playeros, no poder fumar en lugares públicos o no podernos gastar el dinero en la contemplación espectacular de una tortura ritualizada, y presuntamente cultural, denominada tauromaquia. Es curioso constatar que entre las herramientas tecnológicas más perturbadoras, elijamos casi siempre el chat para hablar de sexo con desconocidos. Es decir, para hacer lo que no nos atreveríamos a hacer cara a cara. Casi siempre somos capaces de matar o de morir por lo que alguien dice y casi nunca por lo que alguien hace. Con el chat ni lo uno, ni lo otro.
¿Es una queja?
No, más bien es una evidencia de que el pensamiento es más importante de lo que aceptamos. No en vano las palabras suelen servir para expresar los pensamientos, para articular y crear la materialización de ellos. Todas las cosas que vemos a nuestro alrededor, todos los objetos que podemos percibir fabricados por mano humana, no son otra cosa que pensamientos “materializados”. Y aun a pesar de ello, nuestro cerebro y su producto vale menos para nosotros mismos que cualquier político, un simple sacerdote, el más cruel de los capataces… o el más simple de nuestros maestros.
Podríamos estar varias semanas sin comer, varios días sin beber agua, uno o dos minutos sin respirar, y con eso, podríamos elaborar una lista con lo más importante y primordial para sobrevivir que todo el mundo aceptaría sin discutir. Pero cuando decimos que no podemos estar ni un instante sin pensar… enseguida encontraremos miles de necios dispuestos a rebatir que sea, el pensar, lo más importante. Cuando estamos sin pensar no somos humanos. Incluso los yoghis reconocidos hacen del no pensar un acto mental del que no se excluye, por definición, ni siquiera el pensamiento.
Ya lo mandó escribir el profeta aquel, el que era analfabeto, cuando nos explicaba que si se consiguiera poner voluntariamente a pensar sobre lo mismo, a mil millones de personas (por ejemplo) durante cinco veces al día… todos los días de su vida, ¡se podrían mover montañas! Hoy sabemos sin que nos quepa la menor duda, que también se pueden derribar rascacielos. Y sin embargo… seguimos empeñados en creer en dioses.
Se sabe que cuando miramos una flor, algunas áreas de nuestro cerebro se activan; igualmente se sabe, que cuando pensamos en una flor sin tenerla a la vista se activan las mismas áreas cerebrales. Para nuestro cerebro es irrelevante si algo existe ante nuestros ojos o está en nuestra imaginación. Es así de simple. Y así los judíos alemanes tenían cara de rata y aspecto despreciable en los tiempos de Hitler haciendo tan fácil su exterminio. Por eso, en España los republicanos, los comunistas y los que no eran derechistas acérrimos, tenían rabo y cuernos demoniacos… y por tanto, eran susceptibles de aplicárseles la ley de fugas, el paseíllo, la cárcel… el olvido. Sin embargo, en cuanto un rey destronado nos convenció de que pensáramos que éramos demócratas de toda la vida, desaparecieron de golpe y como si no hubieran existido jamás, tantas tumbas comunes, tantísimas fosas inmensas, miles de injusticias repetidas… no poca necedad extrema. En consecuencia nos dicen de múltiples maneras, que no debemos pensar, no porque sea posible revivir los muertos, sino porque entonces recordaríamos que lo importante es pensar, y entonces podríamos llegar a pensar que todos los reyes deberían ser destronados.
Hoy, apenas sesenta años después, el mundo que conocimos y que dio pié a este, se nos presenta como algo tan distante como una fiestecita de Nerón, una cruzada Papal o una persecución religiosa. Algo pasado o algo del pasado… algo que jamás volverá a existir.
Y sin embargo…
Miro alrededor rememorando el pasado que viví, así como cuando estudio e investigo el que no viví, encontrando que, es mucho más sencillo explicarlo todo cuando acepto que los pensamientos moldean el ser.
Se dice que un monje postuló hace unos siglos que cuando descomponemos en sus elementos más simples un problema, o un dilema, lo que queda al final es casi siempre lo acertado. Se llamaba Ockam… y siempre lo recordare por su “navaja”. Nadie debería olvidarlo ni a él, ni a muchos otros antes que él, cuyos esfuerzos y conocimientos forman la base de lo que somos… ¿o debería decir de lo que pensamos?
Sabemos que el cerebro humano es una de las maravillas más sorprendentes del Universo. Pero apenas si nos quedamos en eso, en un conocimiento curioso, poco útil, acaso inútil… nada más que una anécdota sin importancia, apta para decir en una de esas conversaciones, también inútiles, en las que el tema meteorológico se ha agotado, mucho antes de que los cubitos de hielo de la copa que compartimos con cualquier otro semejante, otro, cuyo cerebro, también, es tan maravilloso como el nuestro.
Sabemos y no hacemos nada. Ese puede ser el mayor pecado del último siglo. La peor pesadilla de todos los tiempos. Vivimos en uno de todos los mejores mundos posibles y estamos la mayoría de las veces en peores circunstancias que el esclavo medio de la época griega clásica. Tenemos a nuestro alcance el mayor caudal de conocimiento ”per capita” de todos los tiempos, y solo sirve para que nos sintamos desgraciados por no poder tomar cañas en chiringuitos playeros, no poder fumar en lugares públicos o no podernos gastar el dinero en la contemplación espectacular de una tortura ritualizada, y presuntamente cultural, denominada tauromaquia. Es curioso constatar que entre las herramientas tecnológicas más perturbadoras, elijamos casi siempre el chat para hablar de sexo con desconocidos. Es decir, para hacer lo que no nos atreveríamos a hacer cara a cara. Casi siempre somos capaces de matar o de morir por lo que alguien dice y casi nunca por lo que alguien hace. Con el chat ni lo uno, ni lo otro.
¿Es una queja?
No, más bien es una evidencia de que el pensamiento es más importante de lo que aceptamos. No en vano las palabras suelen servir para expresar los pensamientos, para articular y crear la materialización de ellos. Todas las cosas que vemos a nuestro alrededor, todos los objetos que podemos percibir fabricados por mano humana, no son otra cosa que pensamientos “materializados”. Y aun a pesar de ello, nuestro cerebro y su producto vale menos para nosotros mismos que cualquier político, un simple sacerdote, el más cruel de los capataces… o el más simple de nuestros maestros.
Podríamos estar varias semanas sin comer, varios días sin beber agua, uno o dos minutos sin respirar, y con eso, podríamos elaborar una lista con lo más importante y primordial para sobrevivir que todo el mundo aceptaría sin discutir. Pero cuando decimos que no podemos estar ni un instante sin pensar… enseguida encontraremos miles de necios dispuestos a rebatir que sea, el pensar, lo más importante. Cuando estamos sin pensar no somos humanos. Incluso los yoghis reconocidos hacen del no pensar un acto mental del que no se excluye, por definición, ni siquiera el pensamiento.
Ya lo mandó escribir el profeta aquel, el que era analfabeto, cuando nos explicaba que si se consiguiera poner voluntariamente a pensar sobre lo mismo, a mil millones de personas (por ejemplo) durante cinco veces al día… todos los días de su vida, ¡se podrían mover montañas! Hoy sabemos sin que nos quepa la menor duda, que también se pueden derribar rascacielos. Y sin embargo… seguimos empeñados en creer en dioses.
Se sabe que cuando miramos una flor, algunas áreas de nuestro cerebro se activan; igualmente se sabe, que cuando pensamos en una flor sin tenerla a la vista se activan las mismas áreas cerebrales. Para nuestro cerebro es irrelevante si algo existe ante nuestros ojos o está en nuestra imaginación. Es así de simple. Y así los judíos alemanes tenían cara de rata y aspecto despreciable en los tiempos de Hitler haciendo tan fácil su exterminio. Por eso, en España los republicanos, los comunistas y los que no eran derechistas acérrimos, tenían rabo y cuernos demoniacos… y por tanto, eran susceptibles de aplicárseles la ley de fugas, el paseíllo, la cárcel… el olvido. Sin embargo, en cuanto un rey destronado nos convenció de que pensáramos que éramos demócratas de toda la vida, desaparecieron de golpe y como si no hubieran existido jamás, tantas tumbas comunes, tantísimas fosas inmensas, miles de injusticias repetidas… no poca necedad extrema. En consecuencia nos dicen de múltiples maneras, que no debemos pensar, no porque sea posible revivir los muertos, sino porque entonces recordaríamos que lo importante es pensar, y entonces podríamos llegar a pensar que todos los reyes deberían ser destronados.
Hoy, apenas sesenta años después, el mundo que conocimos y que dio pié a este, se nos presenta como algo tan distante como una fiestecita de Nerón, una cruzada Papal o una persecución religiosa. Algo pasado o algo del pasado… algo que jamás volverá a existir.
Y sin embargo…
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