sábado, 2 de febrero de 2013

La Apoteosis de la impunidad

En mis viajes por todo lo largo y ancho de este mundo, ¡nunca vi nada igual!


Una de las mejores fotos de guerra de todo el mundo.
A cada siglo de matanza, le sigue otro en que los hijos de los matarifes, heredan el gobierno del mundo en nombre de la paz.
Durante siglos, triunfan y sobreviven los que más matan, tanto es así que los excesos se fijan en la memoria de la Historia como algo que no hay que olvidar. Sin embargo, el olvido y el engaño se perpetran mediante las palabras de los vencedores, de los asesinos que imponen sus mentiras como verdades. Un cloroformo que circula por las ondas, los cables y las líneas de comunicación, ductos por los que circula el conocimiento, más valioso, más poderoso y más grande que el propio dinero que puede así mismo, comprarlo, esconderlo, tergiversarlo…
La Historia y su memoria es lo que estamos haciendo mientras vivimos y lo demás es mentira.

El tirano, su heredero y el vastago que hoy espera su turno.
Lo que parecía ser el futuro del ser humano, halagüeño y benefactor basado en la aplicación masiva de la tecnología se está transformando en otra cosa ante nuestras miradas heladas de estupor al no creer que sea posible, o de ignorancia… o de miedo, cuando falta esta. Hoy podemos ser testigos de que los que ejercen el poder, son los mismos personajes que encarnan el triunfo de la impunidad de otros asesinos perdonados y olvidados, que mediante el poder real dispensan sufrimientos, dolor y muerte de forma conspicua, casi autista con la misma impiedad que el tirano más cruel e inhumano.
Y lo peor es que consiguen hacer que todos nosotros seamos cómplices porque terminan por conseguir nuestro silencio, nuestra inacción y nuestro sometimiento, ya que no en vano, aun les votamos o les jaleamos en sus andanzas cinegéticas, chanchullos financieros, desposeimientos de recursos que se sustraen sistemáticamente a los más desposeídos.

Los desposeídos están siemrpe prestos a matar, o matarse, con tal
de que ellos no tengan que pagar las balas.
Ese poder real se reduce a lo más simple, acceder al dinero, mediante el desposeimiento de la mayoría y la obstrucción sistemática del acceso a él de quien no sea “pariente” o amistad, de los asesinos.
Hoy sabemos que lo que decía el movimiento 15 M era verdad. Pero nadie está dispuesto a reconocerlo. Hoy, aun, existe un gran porcentaje de la sociedad que se empeña en no reconocer que la monarquia, cualquiera, se basa precisamente en el clientelismo, la desigualdad, el elitismo y la prepotencia de quien se cree –y pretende que todos lo creamos- que están en el poder por la gracia de un Dios, que es tan gracioso como campechano se nos presenta un monarca… y todavía asistimos con vergüenza al coro de los que claman porque el rey abdique en su hijo, más preparado dicen. Obviamente, ha sido entrenado en las repulsivas técnicas de desposeimiento, robo, engaño, estafa, que en estos tiempos se han desarrollado una barbaridad. Es lógico pensar, que el vástago del heredero de un tirano, se haya puesto al día, que hable idiomas, que recorra el mundo representando la marca de un país cuyos empresarios, a quienes representa pues nunca es al pueblo, le concedan con mayor o menor grado de aquiescencia el 5 % de moderna pernada o comisión, o corrupción, tanto dá, que dá lo mismo…
La monarquía española es la cabeza visible de toda la corrupción que hemos padecido sin saberlo, y que padecemos aun, sabiéndolo. ¿Y qué? No pasa nada, no cae el jerarca porque si cae, nos juran, vendrían otra vez los tiranos. Justo como nos dijeron cuando el Tejerazo.

Golpistas que sirvieron al rey,
 para evitar que se le siguiera llamando "El Pelele".
Así cualquiera. Así son todos. Así nos va.
¿Hasta cuando?
Sabiendo que esto es así, y aceptando el hecho de que la espantosa dominación de, los autodenominados clase política y profesional de carrera, que defienden intereses tantas veces relacionados con las oligarquías hegemónicas del dinero entre los que el carné de manipulador de masas siempre los hará proclives a dispensar prebendas y sufrir sobornos siempre y cuando los resortes sociales sigan funcionando, todo vale. Es decir, mientras se mantengan los mercados de abastecimiento primario y la distribución de servicios mínimos -o lo que es cotidiano en cualquier persona normal- no se resientan, todo va bien. Los coches siguen funcionando, la gente va a trabajar dando gracias a todos los dioses por ser usados a cambio de un salario y un poco de tiempo libre sin que importe que dicha tarea estará supeditada siempre a que alguien se enriquezca con su trabajo. Tampoco importa que ese alguien más tarde pagará millonadas a políticos determinados, para que también lo ayuden junto a otros a enriquecerse en el legalizado negocio de lo domesticación de hombres. Exterminarlos ya sabíamos hacerlo muy bien.

Pero nunca habíamos logrado ver el empleo eficiente de hombres para que realicen obligatoriamente, aunque de modo voluntario, todas las labores que les permitan mientras vivan trabajar activamente y con entusiasmo en la edificación y mantenimiento de las mismas estructuras que posibilitan su propia esclavitud.
Muchos comienzan a preguntarse, cada vez más, si esto ha de ser así para siempre.