sábado, 6 de agosto de 2011

Desobediencia Civil

Dependiendo de lo que consideremos que tiene que ser un Estado, la desobediencia puede ser una necesidad, una perdida de tiempo o una condena inmediata de muerte.

Desobediencia civil... ¿subsidiaria?

Simplificando muchísimo se puede decir que en los Estados autoritarios y dictatoriales, la desobediencia civil suele ser sistemática aun a pesar de que esté condenada a las peores penas. A menudo, convive, preludia o sigue a las abiertas rebeliones que culminan por derribar estos estados y sus Sistemas. Como poco, en estos casos, la desobediencia civil es altamente recomendable no tanto por su práctica sino por el resultado final.
En ESTE sistema, es una necesidad. En ESTE Sistema la mecánica domesticadora que lo sustenta se basa en la manipulación de los elementos cognitivos que los ciudadanos perciben del Sistema, y que intentan convencerles de que ESTE Sistema es el menos malo, es el preferible, el mejor… o cualquier aserto semejante, únicamente aceptado por causa de ignorancia o falta de memoria.
Por otro lado, las técnicas manipuladoras se refinan hasta el punto de que hoy en día, casi nadie se siente libre, aunque casi todos declaren cuando se les pregunta por la tele que lo están. Una forma de sometimiento masivo eficaz, consiste en presentar a la población un efecto como si fuera su causa (o al revés) y en este caso, estar libre no es lo mismo que ser libre. Las implicaciones son evidentes.
En ESTE Estado y su Sistema, la desobediencia civil puede significar invariablemente la pena de la perdida de la vida. La desobediencia civil puesta en marcha dentro de un Sistema democrático con apellidos, (como ESTE) en los que la democracia se usa solo para ciertas cosas relacionadas con el poder fáctico (como ESTE), y se excluye o se prohíbe en la vida cotidiana de los ciudadanos (como en ESTE), significa que cuando surge una oposición civilizada ESTE sistema se las arregla para unir violencia, terrorismo y maldad a todo lo que se relaciona con esa desobediencia y de paso, a todo lo que tiene que ver con la oposición. Ejemplos no faltan y hay demasiados; algunos sutiles como la de los INDIGNADOS que se les tacha de anarquistas violentos, y porque carecen de cabeza a la que se pueda cortar; otros chabacanos, como cuando se presenta un conflicto laboral en el que las promesas y los derechos se han ido sucediendo durante décadas como si fuera un ataque frontal al Estado y se declara la militarización para evitar el acto de fuerza civil en que consiste todo ejercicio de desobediencia; otros son abiertamente absurdos como el de tener que presentar oposición legitima a las consecuencias de la visita de un dirigente religioso, cuyos gastos son pagados hasta por los que no profesan semejante fe ¡en un Estado cuyo Sistema le declara laico! En todos estos casos basta con un ligero toque de provocación, un desliz, o un error para que la totalidad del movimiento opositor sea declarada ilegal sin contemplaciones por ESTE Sistema.
En ESTE Sistema, la desobediencia es fundamental para acelerar su derrumbe. Pero no lo es porque la desobediencia consista en no obedecer… eso lo hacen hasta los niños. El poder de la desobediencia civil radica en obedecer con mayor disciplina, con la misma valentía y decisión otros mandatos que no son de ESE Sistema que se quiere derribar. Es decir, la desobediencia no sirve para nada si solo se limita a desobedecer a ESTE Sistema. Esto solo, ya es suficiente como para que ESTE Sistema comience a reprimir. Sin embargo, cuando la desobediencia civil se transforma en obedecimiento más férreo y formal que el de antes al OTRO Sistema, entonces CUALQUIER Sistema comienza a temblar. Y temblar, en la actualidad, es algo que ESTE Sistema no se puede permitir.
Finalmente, la desobediencia civil ni es buena ni es mala, si acaso es necesaria o innecesaria. Lo de buena o mala es la etiqueta que le pone cada uno de los ciudadanos, obedientes o no, cuando les toca una parte del castigo que siempre se dispensa cuando no se obedece en ciertos Sistemas.