jueves, 22 de julio de 2010

La apoteosis de la enseña

Una de las cosas por las que pasará a la historia el reciente triunfo de la selección española de futbol, en el pasado campeonato mundial, no será que se haya conseguido la victoria por primera vez, sino que como consecuencia del ansia y la expectativa, la bandera nacional ha dejado de ser patrimonio de fascistas afines y nostálgicos del régimen franquista. No parece que estos últimos estén enfadados con semejante asunción.
Por fin los españoles parecen sentirse orgullosos de su país y, como no parecen existir otras razones más edificantes, el meter un gol ante miles de millones de espectadores parece más que suficiente para sentir ese orgullo que únicamente los fascisto-franquistas, mostraban a menudo incluso con la pistola en la mano. Fueron otros tiempos sin duda.
Así, con una naturalidad que habrá echo despuntar alguna lagrimita al mismísimo Santiago Carrillo, cualquier españolito desmemoriado… o sin ningún interés por recuperar memoria alguna, exhiben y portan la enseña patria con el hurto del escudo, o del águila franquista, trocados como por arte de magia en toro de Osborne, o toro rampante, o torito a punto del descabello que, como no podía ser menos, enorgullece tanto a la izquierda como a la derecha más recalcitrantes.
La Transición pues, parece estar definitivamente superada.

sábado, 3 de julio de 2010

Una noticia más... sospechosa, evidente... y reveladora


El periódico Las Provincias, de fecha martes 29 de junio, sacó en su pagina 38 (correspondiente a la sección de economía) el articulo titulado: “Medio millón de personas fueron despedidas sin motivo en 2009”. Se hace eco de las afirmaciones del presidente del Consejo Económico y Social (don Marcos Peña) respecto a que no le parece lógico que el año pasado hubieran contabilizado 424.607 despidos improcedentes, o lo que es lo mismo, despidos sin motivo alguno; es decir, el 31 % de todos los despidos ocurridos en ese año (1.367.700 en total). Parece ilógico si, sobre todo si hacemos caso de la mentira que nos suelen contar últimamente nuestros políticos (nunca nos deberíamos cansar de repetir que nos pertenecen a nosotros y no al revés) de que la crisis es la responsable del incremento del paro.

Una vez más, podemos decir sin temor a sufrir querella por difamación o por lesión de honor, que la mayoría de nuestros políticos, sociólogos, economistas y sindicalistas nos mienten. Como poco, intentan confundirnos con declaraciones como las del ínclito y nunca bien ponderado don Gerardo Díaz Ferrán (el presidente de la mayoría de los empresarios), conocidísimo sobre todo por los trabajadores que dependen, para existir, de sus decisiones; cuando para explicar ese “ilógico” 31 % recurre a la especia de que cuando en un 80 % de los casos los empresarios recurrieron durante 2009, conscientemente, al despido improcedente, “es fácil comprender que no han encontrado otra solución”. Y añade con no poca sinvergonzoneria (como diría mi difunta abuelita) que eso “prueba que el mercado de trabajo era obsoleto y que no se podían demostrar nunca las causas económicas (ante Magistratura de Trabajo, se referirá) y funcionales para hacer un despido objetivo.” Y se queda tan ancho el tío. ¡Con un par de cojones! como diría el mismísimo y afortunadamente desaparecido, carente por cierto del citado par, Francisco Franco.

Otro día compondremos un glosario con los significados de las distintas denominaciones eufemísticas (por no decir embusteras) con que los listillos – más conocidos en los telediarios como los expertos – tratan de embaucarnos, como son: despidos objetivos, estructurales, económicos, procedentes, improcedentes… etc.

Quizás nos animemos a incluir y acuñar otros términos más “acercados” a la realidad de un trabajador que siempre tendrá que depender, para serlo, de gentuza como la mayoría de nuestros empresarios y no pocos de sus presidentes y que podrían ser: despido vergonzante, despido delictivo, despido de conveniencia, despido de juzgado de guardia, de ataque preventivo, de sometimiento sumario, despido porque si… etc.

Y si no, con el tiempo veréis cosa parecida. O más.